Aquella noche y el día siguiente
fueron los más aciagos para mí. Mi madre, fiel cumplidora de la seria
advertencia hecha por el profesor Leónidas, me tuvo en todo momento con la
tabla de operaciones en una mano y mi cuaderno de prácticas en la otra. No voy
a mentirles, pero, llegó a hastiarme la bendita operación de la división. El
día miércoles por la noche, víspera del esperado día jueves, día de la prueba
final de mi preparación, en mi parecer y en el de mi mamá, yo estaba en óptimas
condiciones de enfrentarme al examen oral. Al día siguiente asistí en forma
normal a la escuela, el salón de clases estaba tranquilo hasta que hizo su
ingreso del profesor Leónidas. Como era costumbre en nosotros, tal como él nos
instruyó, nos pusimos de pie, todos teníamos la mirada fija al frente, como mirando
la pizarra pero sin ver nada. El profesor, afable como siempre, saludó a todos
y nos indicó que había llegado el día del examen oral de la operación de
división. Todos nos mirábamos temerosos de quienes serían los alumnos
convocados. De pronto, el profesor Leónidas, dijo lo que me temía y con días
anticipado. “Alumno Jorge Augusto, a la pizarra”. Me sonó como una sentencia.
Un anuncio para el sentenciado hacia el cadalso. En ese preciso momento todo se
me nubló, quizás miraba a todos lados pero no veía nada, y avanzaba como zombi
hacia la pizarra. Momentos antes, el mismo profesor había escrito en la pizarra
unos números: Ocho entre dos. La tarea estaba dada. Con la mano temblorosa tomé
la tiza y miré los números, éstos se movían como aves en vuelo alocado.
Autor: Jorge A. Mesía Hidalgo
Procedencia: Lamas, San Martín, Perú
Género: Cuento / Relato
Idioma: Español
Autor: Jorge A. Mesía Hidalgo
Procedencia: Lamas, San Martín, Perú
Género: Cuento / Relato
Idioma: Español
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