Lavaplatos, ayudante de entrega de artículos informáticos, cuidador de
una piscina, dependiente de la sección de comida en un supermercado,
teleoperador por tres días y paseador de perros, son algunos de los
trabajos que he realizado desde que iniciara este peregrinaje por la
ruta incierta de los anhelos. Antes fui empleado en una oficina.
¿Oficina de qué? No importa (pero parecía una nave espacial Alucinada
en los años cincuenta). Los empleados son sólo empleados en cualquier
parte del mundo. He viajado por Chile, Bolivia, Paraguay, Argentina y
Uruguay, Florida, Alabama, Mississipi, Louisiana, Washington, Chicago,
Ohio, Nueva York y ahora escribo estas señales de viajero desde
Barcelona, aunque mi hogar en España está en Madrid. Han pasado unos
meses desde que partiera una mañana de forma definitiva de Lima, luego
de varios regresos obligados. Lima es la ciudad donde aprendí a odiar,
verbo que conjugo muy bien si de pelear se trata, donde, como una carta
de despedida en cada lugar al que llegara. Sin embargo, mis odios
persisten y se renuevan, mientras extraño aquella primera carta de
despedida. Quien me reveló esta verdad fue un mapache.
Autor: Sergio Galarza Puente
Procedencia: Lima, Perú
Género: Cuento / Relato
Idioma: Español
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